1 Ventanas Rotas
Había una vez un científico que
hizo un experimento para estudiar las causas que incentivan al crimen y al
delito. Dejó un auto medio destrozado en un barrio de vándalos, sin patente y
en obvias condiciones de descuido, pero entero. A los días no quedaba nada del
auto.
Acto seguido, dejó un segundo auto
en un barrio de gente instruida en la Universidad , con una capacidad adquisitiva
elevada. No le hicieron nada.
A la semana, cuando el primer
auto estaba saqueado y el segundo intacto, el investigador hizo algo que cambió
el curso de las acciones: rompió la ventana del auto no violentado. Los
resultados fueron los mismos que con el auto número uno: saqueos, destrozos y actos de vandalismo.
Cito:
“…no se trata de pobreza. Es evidentemente algo que tiene
que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Acá viene lo
interesante: un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de
deterioro, desinterés, despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia.
Es como una sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, algo así como
que “vale todo". Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica
esa idea, hasta que la escalada se vuelve incontenible, desembocando en una
violencia irracional”.
A veces pienso que, en el cúmulo
de pequeños detalles que conforman un todo, a veces dejamos pasar demasiado
tiempo con un vidrio roto, hasta que de pronto vemos que hay una cantidad de
cosas sin arreglar… en nosotros mismos. Cada vez que sucede algo y no somos
capaces de volver al carril (de arreglar el vidrio roto), se van sucediendo una
serie de desperfectos, y cuando nos queremos dar cuenta ya ni nos acordamos a dónde
íbamos.
No podemos dejar de cuidar a
alguien. Pero tampoco deberíamos dejar de cuidarnos a nosotros mismos. La vida
sigue, y es mejor tener el auto en buenas condiciones.
2 Ventanas iluminadas
Había una vez una ventana
iluminada a las tres de la mañana. La vio un cronista muy famoso y decidió
hacer una nota sobre esas compañías anónimas a horas inciertas. Resultó que yo
leí esta crónica justo un tiempo después de que un comentarista anónimo empezó
a dejar sus palabras en mi blog. Y me di con una analogía entre esos comentarios
que están ahí cuando uno se piensa solo en esta inmensidad de datos que vienen
y van, y ni siquiera se entera si a uno lo leen o no. Esos comentarios son esa
ventana iluminada a las tres de la mañana. Sabemos que las personas que prenden
las luces de las ventanas, y nosotros que pasamos por la calle en ese momento
no nos conocemos, pero el sólo hecho de saber que están ahí nos hacen sentir
acompañados.
Digo yo:
Hay gente que rompe ventanas. Hay
gente que las ilumina. Shakti Gawain dijo que, para provocar que una sombra desaparezca,
hay que poner luz en ella.
Gracias por prender una luz,
aunque sea a la lejanía, porque hace que me sienta acompañada.
Feliz cumpleaños, Fede.
Keep the Faith.